
La estrella porno
Carolina leía un libro en la terraza, mientras su padre Luis veía el partido en la tele. Estaba siendo una tarde de sábado tranquila, pero, de repente, el sonido del teléfono cambió su mundo para siempre. Luis cogió la llamada – Y se perdió el gol de su equipo – y cuando colgó, 5 minutos después, todo su mundo se desmoronó. Su mujer, Estela, había muerto en un accidente de tráfico. Carolina, que por entonces contaba con 12 años, vio a su padre llorar y se abrazó a él. Su padre, sin pelos en la lengua, le contó lo que pasaba, pero Carolina lo aceptó con una entereza que sorprendió a su padre que seguía devastado.
Habían pasado ya 8 años de aquel fatídico 16 de Marzo, y sus vidas habían conseguido reconstruirse. Carolina se fue a EEUU, dónde descubrió su lesbianismo, y prometía como estrella del baloncesto. Luis había rehecho su vida con otra mujer. Se conocieron en una fiesta y congeniaron. Poco después se consolidaron como pareja y se comprometieron.
Carolina volvía a España por primera vez desde que cargaba aquella maleta desgastada y dejando atrás a su padre y toda su vida. No había vuelto desde entonces, pero la boda de su padre era un motivo tan fuerte como para regresar. Carolina no conocía a la que iba a ser su madrastra, así que se sorprendió al ver caminando hacia el improvisado altar a Amanda Rodríguez, a quién ella conocía como Katrina Esmeralda, una actriz porno que la ha acompañado en muchas noches en las que no podía dormir. Era una gran fan y ahora sería su madrastra.
La boda salió como los novios la habían imaginado, pero Carolina solo pensaba en como le sentará a papá que a Amanda la hayan visto desnuda medio mundo, incluida su hija. Tenía claro que su padre no sabía la profesión de Amanda.

El último día, antes de la que la feliz pareja se fuera de luna de miel, Luis tenía que trabajar. Debía dejar listo unos informes antes de liberarse y pasar junto a su esposa unos días maravillosos en una isla perdida. Carolina y Amanda estaban solas en casa.
– Se tu secreto, mami – Dijo Carolina sin cortarse un pelo.
– ¿A qué te refieres? – Preguntó Amanda intrigada, que veía la tele y pegó un respingo al oír las palabras de su hijastra.
– A qué se tu secreto, Amanda – Insistió – ¿O debería decir Katrina Esmeralda?
Los ojos de Amanda se abrieron como platos. «Mierda».
– ¿Y cómo lo sabes? – Preguntó Amanda.
– He seguido mucho de tus vídeos – Afirmó Carolina, hablando como una auténtica fan – Me he masturbado mucho contigo – Confesó finalmente – ¿Lo sabe mi padre?
– No – Respondió Amanda mirando a los cojines que decoraban el sofá.
– Tranquila. Yo tampoco se lo diré, pero quiero algo a cambio.
– ¿El qué?
– Quiero que me muestres tus habilidades pornográficas – Carolina se mordió el labio y soltó una sonrisa pícara.
Amanda miraba alrrededor como si quisiera escapar de allí. Iba a decir algo obvio «Pero Carol, estoy casada con tu padre», pero esa sonrisa y esa mirada de no haber roto nunca un plato terminó por desarmarla.

– Está bien – Dijo finalmente – Tu padre no va a venir hasta las once de la noche y tenemos tiempo. Pero no aquí, vamos a tu habitación.
Carolina aceptó la petición de su madrastra.
Ya en la habitación de Carolina, las dos mujeres se comieron a besos. Carolina la tenía ganas desde que la vio con ese vestido blanco camino del altar. Desde que la vio en su primer vídeo, aún siendo menor de edad. Y ahora la tenía más cerca de lo que jamás había creído. Recordó cuando rodó un vídeo a varias manzanas de su casa. «Me contento con saber que ha estado a escasos 500 metros de mí. Es lo más cerca que estaré de ella», le comentó a algunas de sus amigas. Esas distancia se había superado en aquel momento, en el que no había ni un milímetro de separación entre ellas.
Amanda, que solo llevaba un camisón rosa, como en aquel vídeo titulado «pink´s ladys» que tantos premios y reconocimientos le había dado, quedó desnuda rápidamente. Carolina, que ya había visto esa imagen en contadas ocasiones, no pudo evitar alucinar con el cuerpazo de su madrastra. El directo siempre será mejor que cualquier vídeo. Carolina le comió las tetas con velocidad como si fuera una actriz más, pero no había cámaras. Solo estaban ellas dos. Carolina y Amanda. Amanda y Carolina.

Carolina cambió las tetas de su actriz porno por su coño. Metió su lengua y empezó a moverla. Amanda empezaba a gemir y poner las mismas caras que tan famosa la habían hecho en el mundillo y que la había permitido trabajar con las mejores actrices y los mejores directores. También le había permitido sobrevivir tantos años en la industria. Y ahora esas mismas expresiones las estaba viendo en directo su propia hijastra. Amanda terminó por llegar al orgasmo. Pegó un gemido de felicidad, que traspasó paredes. Amanda tenía una de sus manos en la cabeza de Carolina, que seguía lamiendo a pesar del orgasmo. Estaba encharcado y Amanda seguía muy cachonda.
Cuando Amanda llegó al segundo orgasmo casi seguido, decidió que era hora de que Carolina aprendiera lo que le había llevado a ser una gran estrella porno. Metió un par de dedos, mientras le comía las tetas. Carolina gemía. Se sentía protagonista del nuevo vídeo de Katrina Esmeralda. Amanda bajó besando su cuerpo desde las tetas al coño. Y cuando metió la lengua se notó toda la experiencia. Carolina no recordaba gemir tanto. Ni que pudiera gemir de tantas formas diferentes. Tampoco sabía que la lengua se pudiera mover de tantas maneras. El orgasmo llegó con bastante facilidad. Carolina gritó el nombre artístico de su madrastra. Aquello fue música para sus oídos.

Amanda siguió jugando con el coño de Carolina. La obligó a ponerse a cuatro patas, mirando a la pared dónde, como no podía ser de otra manera, había una foto de Katrina Esmeralda. Era de un set en la que Katrina era una mecánica de coches. Su cuerpo lleno de grasa siempre le dio mucho morbo, pero no tanto como follar con ella en la realidad. Los gemidos se iban sucediendo mientras Amanda seguía jugando con su lengua y haciendo que Carolina descubrieras nuevas formas de placer. El segundo orgasmo vino igual de rápido. «Joder con Katrina»
Pero aún quedaban fuerzas para que ambas mujeres entrecruzaran las piernas y frotaran sus coños. Se miraron a sus ojos llenos de deseo, mientras gemían a coro. Y llegaron al tercer orgasmo. Carolina nunca había sacado tantos orgasmo en el mismo polvo. Y estaba maravillada. Acabó agotada. Su madrastra se abrazó a ella.
– ¿Por qué Katrina Esmeralda? – Preguntó Carolina.
– Porque cuando empecé en el porno, con tu edad, llevaba el pelo verde – Dijo ella – Luego ya me teñí de rubio, pero me quedé con el Esmeralda.
Habían pasado algunos meses desde que folló con Katrina, cuando ésta anunció que se retiraba del porno. Carolina, que vio el directo que la actriz hizo para anunciarlo, no sabía si su padre habría conocido su profesión oculta y le habría hecho dejarlo o si había sido una decisión personal. En cualquier caso, Carolina sintió una desazón al saber que Katrina, la mujer que tanto la había ayudado a superar la muerte de su madre, dejaba el porno. Por otro lado, sonrió. Ahora podría disfrutar de ella. Casi en exclusiva.